Símbolos nacionales
Por unanimidad, con esa ley de un sólo artículo, se culminó el reconocimiento de los signos de identidad de Catalunya. No pareció entonces que a nadie le molestara el adjetivo. No al PP, pero tampoco al Tribunal Constitucional. Por eso, casi treinta años después de la primera ley catalana de la democracia, es incomprensible que el Alto Tribunal –para el que ahora todos piden respeto– ponga en la picota la definición de unos símbolos que forman parte del ADN de Catalunya y que los catalanes asumieron y reconocen como propios.
També és veritat.
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