Un mal imaginario, por Manel Pérez
[La] insolvencia no procede del endeudamiento público, excepto en el caso griego, sino del privado, del exceso de empresas y particulares durante los años de la burbuja gracias a la falta de rigor de sus prestamistas, los bancos franceses, alemanes y españoles. Por eso, la testarudez teutona por limitar el déficit público implica obsesionarse con un fantasma. Ni España, con una deuda pública por debajo del promedio de la eurozona, ni Italia, cuya deuda pública es alta pero no ha crecido en los últimos años, están en problemas por ese flanco. Por eso se actúa sobre un mal imaginario.
Carai, poc m'ho esperava.
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